La Cervecería Nacional SA es una empresa emblemática del sector industrial de Panamá. Fue fundada hace 75 años – en 1936 – inmediatamente después de que se realizara la primera reforma al infame Tratado del Canal Hay-Bunau Varilla de 1903. Muchos han llamado ese Tratado (firmado por los presidentes Harmodio Arias M. y el norteamericano Franklin D. Roosevelt), el acuerdo de “la carne y la cerveza”. Esto era así porque los industriales panameños tuvieron acceso por primera vez al próspero mercado de la antigua Zona del Canal.
La Cervecería Nacional es famosa por sus marcas creadas incluso antes que la empresa se fundara. Además, sus propietarios eran miembros de las familias más poderosas de Panamá: Duque, Vallarino, Arias, Icaza. Entre sus ejecutivos se destacaron políticos como Ernesto de la Guardia, Alfredo “el Mayor” Alemán y Samuel Lewis Galindo. Cuando la planta cervecera se mudó a su actual local en la Transístmica, su modernidad creó todo un precedente para que otras empresas la imitaran.
A mediados de la década de 1960, el grupo de accionistas que encabezaba J.J. Vallarino se separó de la Cervecería Nacional y creó una planta nueva llamada Cervecería del Barú. La nueva empresa estaba aliada a la trasnacional Coca-Cola que ya era reconocida como la embotelladora más grande del mundo. La maniobra fue un golpe duro para la empresa más veterana pero, a la vez, introducjo un ambiente de competencia.
Durante más de trés décadas – 1936 a 1966 – la Cervecería trató de mantener relaciones con sus trabajadores de respeto y altura. El sindicato de trabajadores no se destacó por su combatividad pero mantenìa relaciones de respeto con la patronal. Sin duda, la cervecera era una de las empresas panameñas que más dividendos le ofrecía a sus dueños.
En el marco de las políticas neoliberales, en la década de 1990, la Cervecería Nacional, junto con otras empresas panameñas comenzaron a venderse a grandes trasnacionales internacionales. Fue el caso de la Cervecería Nacional que se vendió a la colombiana Baviera. Esta empresa, a su vez, la vendió - la década pasada - a la trasnacional sudafricana, SAB Miller. La Cervecería del Barú siguió el mismo camino y ahora es propiedad de la holandesa Heineken. Así mismo, Pascual, Estrella Azul, Café Duran y tantas otras empresas panameñas han sido vendidas a trasnacionales.
En pocos años la Cervecería Nacional perdió su personal ejecutivo panameño. Como consecuencia, también, los nuevos empresarios extranjeros comenzaron a imponer políticas cada vez más injustas para con los trabajadores. El número total de trabajadores fue disminuído y la carga del trabajo cayó sobre un número menor de obreros.
Para controlar las posibles protestas de los trabajadores de la Cervecería, la empresa logró montar un sindicato que le fuera “amigable”. (En el lenguaje sindical esto se llama “amarillo”). La empresa tiene dos secciones que se organizan bajo mandos separados. Por un lado, la parte productiva. Por el otro, la sección que distribuye el producto embotellado a los surtidores a escala nacional.
Esta última sección se ha venido organizando como resultado de los abusos a los cuales son sometidos sus trabajadores. Los últimos gobiernos, especialmente el actual, no han querido escuchar las protestas de los trabajadores. Ante los abusos de la empresa y el silencio del Ministerio de Trabajo, los obreros llevaron una manifestación a las puertas de la ministra de ese ramo del Ejecutivo. Más de 300 trabajadores se plantaron frente al edificio Edison para presentar sus reivindicaciones.
Según los trabajdores organizados en su sindicato, desde que se efectuó la venta de la Cervecería Nacional a la SAB Miller, “sus condiciones laborales fueron desemejoradas, la excesiva carga, (con) un promedio de 700 cajas por camión, y (sólo) una tripulación de un conductor y un ayudante…” A su vez, los trabajaodres “reciben por caja física entregada (sólo) medio centavo”. Según un comunicado del Sindicato de Trabajadores de Bebidas y Cerveza, “el salario base (está) por debajo del mínimo establecido por ley. Es decir, entre el básico y la comisión de medio centavo por caja deben hacer el mayor esfuerzo para alcanzar un salario para subsistir”.
Según el secretario general del Sindicato de Trabajadores de la Coca Cola, Alejandro John, “un número plural de trabajadores se ha retirado de la empresa, producto de problemas de salud”. Según John, “la empresa está destrozando la salud de los trabajadores de distribución y de bodega, situación que los obliga a retirarse de sus puestos de trabajo por lesiones corporales”. John también denuncia la indiferencia del Ministerio de Trabajo y la ausencia de la oficina de Salud Ocupacional. “Nuestros compañeros están solos a la deriva, lo que nos motiva a hacer las denuncias”.
El deterioro de las condiciones de trabajo de los obreros panameños pareciera que se está generalizando ante las políticas gubernamentales de flexibilización y desregulación. Las últimas reformas al Código de Trabajo les permite a los empresarios abusar de los trabajadores. Esto es cierto especialmente en esas empresas donde los trabajadores no tienen un sindicato que les permita enfrentar a los ejecutivos en forma organizada. Casos similares se han dado en las obras de construcción de carreteras y en la ampliación del Canal de Panamá.
Les corresponde a los trabajadores, a la ciudadanía y, especialmente, al gobierno nacional intervenir para que las reglas que rigen las relaciones de trabajo se respeten. Si el Ministerio de Trabajo continúa su política antiobrera sólo puede generar conflictos cuyo desenlace final desconocemos.
Panamá, 29 de seeptiembre de 2011.
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