A fines del mes pasado, las organizaciones del pueblo kuna protestaron por la muerte injustificada de un joven a manos de miembros del Servicio Nacional de Fronteras (SENAFRONT). Según un comunicado de la Organización de Resistencia Guna (ORGUN), del 20 de agosto de 2011, Benigno González fue agredido físicamente – causándole la muerte – por agentes del Servicio Nacional de Fronteras (SENAFRONT) en la comunidad de Narganá.
ORGUN dice que “el joven del caso aludido, se encontraba en estado de embriaguez y al resistir el arresto, unidades del SENAFRONT inmediatamente le asestan golpes contundentes… Al caer al suelo recibe otros múltiples golpes y patadas, todo lo cual lo dejan mal herido e inconsciente… Seguidamente fue esposado con las manos colocadas tras sus espaldas y levantado por la estrecha cadena de las esposas… (Con) las coyunturas de los brazos dislocadas fue conducido al cuartel de la policía por las unidades del SENAFRONT para luego llevarlo al centro de salud de la comunidad”. Obviamente, pareciera que estos agentes no tienen formación ni entrenamiento policíaco ya que no respetaron los derechos humanos del joven Benigno González.
Todo indica que la formación militar que reciben los agentes de SENAFRONT no les habilita para servir de guardianes del orden comunitario. Todos queremos vivir en paz y tranquilidad y esperamos que la Policía Nacional sea el garante de esos derechos. Pero no puede ser a costilla de la vida humana.
El comunicado de la organización kuna señala que una vez Benigno González está en el “centro de salud, la médica de la comunidad al percatarse de la situación del paciente, decide inyectarle un suero para calmarle el dolor… Su esposa que lo acompañaba interviene para tratar de impedir que se le ponga la inyección al padecer él de ataques cardíacos. Posteriormente el joven muere de un ataque cardíaco”.
SENAFRONT también tiene responsabilidades en la provincia de Darién y en la frontera entre Panamá y Costa Rica. La militarización de este cuerpo no le da derecho alguno de maltratar a la población. Muy por el contrario, si están en esos lugares es por alguna razón que debe justificarse. Sin duda no es para atacar y someter a la población al terror de su fuerza desproporcionada.
La organización kuna también denuncia en su comunicado “que la policía no intervino para poner orden y paz en la comunidad…Fue el SENAFRONT, una fuerza militar de élite entrenada supuestamente contra el narcotráfico y una insurgencia armada”. Los kunas señalan que la “brutal acción pone nuevamente de manifiesto el racismo y la intolerancia de la formación que reciben las unidades del SENAFRONT contra los comuneros de la Comarca Guna Yala”. Recuerdan que fue “de ésta manera que se provocó el levantamiento armado del pueblo kuna en 1925”.
Desde que los últimos dos gobiernos panameños pactaron con EEUU la instalación de fuerzas militarizadas a lo largo de las costas y las fronteras de Panamá hemos planteado lo peligroso y erróneo que es esta política. El ministro de Seguridad Pública ya ha indicado que los lugareños que no cooperan con los militares son enemigos del país y pueden ser objeto de expulsión, reclusión o represión. En la actualidad, esta situación se experimenta en áreas relativamente alejadas de los centros urbanos. Mañana los militares pueden comenzar a realizar operaciones en la capital y en las principales ciudades del país.
Lo que es aún más peligroso es que estos comandos militarizados no se encuentran bajo las órdenes de panameños. No acatan los intereses nacionales y trabajan en función de una estrategia global norteamericana. EEUU ha inventado un escenario de insurgencia en Panamá. Considera que para derrotar a la insurgencia es “vital” evitar la creación de nuevos insurgentes “cueste lo que cueste”. Esto se logra a través de las Operaciones de Contra Insurgencia - Coin – que incluyen programas permanentes de asistencia, ventas de equipos militares, entrenamiento y educación militar.
Según sus instructivos, los comandantes norteamericanos de las unidades asesoras deben “medir y evaluar” a las fuerzas de seguridad panameñas y trabajar muy cerca con ellas para aquilatar su calidad. Luego de esa evaluación, los planificadores desarrollarán programas y objetivos de corto, mediano y largo plazo. Un resultado de ese ejercicio es determinar “si algunas de esas fuerzas armadas son tan disfuncionales o corruptas que deben desmantelarse en lugar de ser rehabilitadas”. Incluso, los norteamericanos anticipan que, en algunos casos, los comandantes necesitarán reemplazar a algunos líderes de la nación anfitriona antes de que sus unidades sean totalmente funcionales.
El más reciente manual sobre táctica contrainsurgente, que estudian los jóvenes reclutas panameños en EEUU, apunta hacia la nueva estrategia regional de ese país. En la actualidad, para efectos de sus ejercicios de contrainsurgencia EEUU reúne al narcotráfico, el terrorismo y la guerrilla bajo el mismo concepto de insurgencia.
En esta mezcla explosiva también incluyen a los indígenas, campesinos y, quizás, en el futuro a los trabajadores. Benigno González fue una de las primeras víctimas. ¿Cuándo nos daremos cuenta del monstruo que estamos creando para cambiar esta política antes de que sea muy tarde?
Panamá, 7 de septiembre de 2011.
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