Los panameños celebramos orgullosamente un aniversario más (108 años) de la República. Producto de un movimiento político, un 3 de noviembre de 1903, se declaró la nueva entidad republicana en medio de contradicciones y conflictos. Como en la mayoría de los países del mundo, las contradicciones y conflictos aún no se superan. Incluso, se podría decir que todavía no hay señales de que se estén reduciendo. Son básicamente conflictos entre los intereses de las diferentes clases sociales y, además, al interior de las clases.
En 1903 se cuestionó si los llamados “próceres” habían actuado en los mejores intereses del país y de su pueblo. La forma sigilosa en que se produjo el movimiento separatista, el Tratado del Canal con EEUU que ningún panameño firmó 15 días después de la independencia, la Constitución Política aprobada por una Asamblea seleccionada a dedo con un artículo que ponía los intereses de EEUU sobre los de la nueva República, eran algunas de las preguntas que surgieron. La falta de transparencia generó una falta de credibilidad entre todos los panameños.
Aunque se dudaba de las intenciones de los gobernantes republicanos y sus agentes políticos, nunca se cuestionó la entidad independiente y soberana que es la República. Casi de inmediato se levantó una oposición contra los desmanes de los gobernantes quienes prácticamente convirtieron la República en un coto privado para enriquecer sus familias en íntima alianza con EEUU que creó su enclave colonial en la Zona del Canal.
La elección de Belisario Porras en 1912 puso un freno a los desmanes. Posteriormente, desatada la corrupción, en 1940 llegó a la Presidencia Arnulfo Arias como expresión de la protesta de las capas medias.
En ese marco, la insurrección popular del 9 de enero de 1964 consolidó el proyecto soberano de la Nación. El desgobierno, sin embargo, no se detuvo y en 1968 se produjo el “golpe militar”. En 1977 se logró acabar con el Tratado del Canal de 1903, redactado en inglés y firmado por un francés. La lucha generacional – como la llamara Omar Torrijos – culminó con la eliminación de la semicolonia “zoneita”, la evacuación de las bases militares y Panamá asumió la administración del Canal.
La invasión militar norteamericana de 1989 y la muerte de centenares de panameños fue un golpe severo que desdibujó la identidad nacional panameña y cuestionó la soberanía del pueblo republicano. Los descendientes de los próceres de 1903 asumieron nuevamente las riendas de la República y prometieron una democracia auténtica, la desmilitarización del país, una mejor distribución de la enorme riqueza que generan los trabajadores del país y transparencia en todos los actos políticos.
Muchos panameños le dieron un voto de confianza a los gobernantes creyendo que, a pesar de ser criaturas moldeadas por los intereses norteamericanos, podrían encaminar la República por un camino de prosperidad y amplia participación. Los cinco gobiernos que se sucedieron (1990-2010) nunca cumplieron sus promesas y cercenaron las conquistas sociales logradas por el pueblo durante el siglo XX. En primer lugar, acabaron con la democracia construyendo una “República de primos” donde gobierna un círculo muy cerrado. La base de la nueva democracia es tan angosta actualmente que está en peligro de colapsar.
La militarización se inició con el desmantelamiento de las Fuerzas de Defensa (FDP). A pesar del fracasó del Centro Multilateral Antidrogas (CMA), EEUU logró imponer acuerdos en los últimos diez años que han culminado con la creación de dos entidades militares que actúan con total autonomía frente a la Constitución Política de la República. Los militares tienen sus bases y amedrentan a las comunidades vecinas. En días pasados, incluso, los militares amenazaron a la Universidad de Panamá por supuestas acciones subversivas.
La prosperidad que experimenta la economía panameña, en la actualidad, sólo beneficia a la clase especuladora y rentista. El sector bancario panameño declaró ganancias por más de dos mil millones de dólares en 2010. El pueblo panameño ha sido excluido. La metáfora de los ideólogos, que se hacen pasar por economistas, sobre el “goteo” de riquezas que llegarán a los trabajadores jamás se materializó. Las capas medias que consumen sobre la base del crédito se enfrentarán a un “shock” a corto plazo, cuando colapse la burbuja creada por la especulación que alimenta el lavado de dinero.
La transparencia prometida jamás se hizo realidad. La desnacionalización caracteriza a los gobiernos de los últimos 20 años. La corrupción a todos los niveles del sector privado en combinación con funcionarios públicos es la norma. Las políticas públicas que impiden que la juventud encuentre empleos decentes, que pueda seguir estudiando o desarrollar sus habilidades creativas. El trasiego de la droga con destino a EEUU y el crimen organizado, son quizás lo peor que le pudo haber ocurrido a la República en sus cien años de existencia.
El actual gobierno se ha creado un ambiente sin credibilidad alguna. La Patria ha sido engavetada a cambio de una nueva promesa: “Estamos abiertos para hacer negocios”. El presidente de la República resucitó el viejo lema de “Pro mundo beneficio”. No hay cambio.
El proyecto de Ley que crea las Asociaciones Público Privadas es la gota que rebasó toda credibilidad republicana.
3 de noviembre de 2011.
No hay comentarios:
Publicar un comentario