La producción cinematográfica Inside Job, ganadora del último Oscar (2011) por el mejor documental, ha sacudido muchas conciencias, sobre todo las de aquellos que confiaron en que con la llegada del presidente Barack Obama a la Casa Blanca, EEUU cumpliría con las reglas del juego, se comenzaría nuevamente a regular el sistema financiero y se pondría fin a la "avaricia de Wall Street". Sin embargo, es poco o nada lo realizado. Según el documental, las tímidas reformas de Obama no han avanzado en las comisiones del Congreso o han sido bloqueadas por los poderosos manipuladores al servicio de los intereses financistas que controlan tanto la esfera política como el mundo académico para legitimar sus mensajes falsos.
Inside Job, según el periodista español Ramón Muñoz, deja en evidencia que Obama no ha perseguido a los "avaros" que provocaron el colapso financiero y crisis económica. Los mismos siguen especulando con productos financieros “tóxicos” como las hipotecas “basura” (subprime) o los CDO. Además, Obama puso al mando de su equipo económico a los mismos que presidieron el inmenso fraude contra la economía mundial y ha causado tanto daño a millones de familias en el mundo entero. Los mismos que fueron reclutados por el expresidente George W. Bush, siguen en sus puestos.
El supuesto rescate de los bancos que costó varios millones de millones de dólares consistió en traspasar los ahorros y los impuestos de los contribuyentes a los propietarios de las instituciones financieras más grandes de EEUU. En cambio, los especuladores no han asumido responsabilidad alguna. El gran “atraco” fue orquestado por un trío de personalidades muy conocidas, con la aprobación de la Casa Blanca. Comenzando con Ben Bernanke, actual presidente de la Reserva Federal y mano derecha por muchos años del presidente anterior, Alan Greenspan. Seguido por Timothy Geithner, actual secretario del Tesoro, y presidente de la Reserva Federal de Nueva York por muchos años. Además, Lawrence Summers, entre 2009 y 2011 fue director del Consejo Nacional Económico de la Casa Blanca y por muchos años presidente de uno de los bancos más grandes de Wall Street.
El capitalismo reformado de rostro social que presentó el presidente Obama en las reuniones del G-20, tras al estallido de la crisis, sólo fue una máscara que logró engañar al mundo por un breve período. En EEUU los lanzamientos de familias de sus viviendas han alcanzado niveles récord en 2010 y 2011. De igual manera, siguen creciendo las bonificaciones multi-millonarias para los ejecutivos de las agencias de calificación como Moody's o Standard & Poor's, que avalaron las especulaciones más atrevidas y las hipotecas basuras, precipitando el desastre financiero. También, más allá de EEUU, sobre todo en Europa, varios países (los PIGS) se han convertido en blancos de los financistas para arrancarles hasta el últimos suspiro a sus habitantes.
En el Wall Street Journal, Paul Farrell está insistiendo en que los ricos tienen que comenzar a contribuir a la recuperación de las economías más maduras. En la actualidad, los pobres y los trabajadores son los únicos que pagan impuestos. En EEUU los ricos han logrado que los gobiernos de turno los exoneren de sus obligaciones. Incluso, como se ha visto en el caso de Wisconsin, los ricos le están secuestrando sus ahorros y fondos de pensiones a los maestros, policías y a todos los trabajadores. "Los súper ricos, agrega Farrell, no se preocupan por usted", porque viven al margen de la crisis, envueltos en una burbuja en la que "disfrutan de vacaciones en los mejores resorts, tienen el mejor masajista y los mejores cirujanos". Farrell concluye recordándole a los trabajadores – especialmente a los más jóvenes – que aún hay “tiempo para prepararse ante la revolución que se avecina, la depresión".
Inside Job describe como los grandes capitalistas y el gobierno de EEUU conspiraron para intentar frenar la caída de las enormes ganancias de las empresas trasnacionales norteamericanas. Mientras que las industrias emblemáticas de EEUU caían una tras otra, a partir de la década de 1970, los capitalistas comenzaron a invertir sus ganancias en actividades especulativas cada vez más arriesgadas. La banca financiera tiró por la borda todas las regulaciones y el gobierno en Washington eliminó las leyes que impedían que los especuladores se adueñaran de la economía.
La especulación combinada con la política de guerra y la “externalizacion” de la industria a China (donde existe una masa de fuerza de trabajo barata), colocó a la economía de EEUU sobre el precipicio. Sólo faltaba que colapsara la burbuja inmobiliaria para que se viniera abajo todo el edificio en 2008. Todavía no hay propuesta racional de recuperación. Tampoco existe – por el momento – grupo social con una alternativa capaz de movilizar al pueblo norteamericano.
Panamá, 14 de abril de 2011.
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