Cualquier análisis sobre Cuba tiene que, en primer lugar, partir de la realidad actual. Muchos tratan – equivocadamente - de entender a Cuba partiendo del triunfo de la Revolución en 1959. Otros a partir del acuerdo entre el gobierno cubano y la antigua URSS en la década de 1960 o a partir del inicio del “período difícil” provocado por el colapso del bloque socialista en Europa hace 20 años.
Sin duda, estas coyunturas y otras muy decisivas tienen que considerarse para entender la realidad actual de Cuba. Sin embargo, cuando los líderes cubanos dicen que es necesario introducir cambios en las estructuras productivas, se refieren a la situación actual.
¿Cuál es la realidad actual cubana? La población de la isla goza de los niveles de salud más elevados del mundo. Está entre los países con niveles de asistencia escolar más altos. Los niveles de nutrición y bienestar social más desarrollados. Pero también tiene serios problemas. El crecimiento de la población está estancado, igual que los países de Europa. Hay un déficit de vivienda. Hay una crisis en la producción del sector agropecuario. La producción industrial no logra despegar, generando una demanda insatisfecha.
En segundo lugar, cualquier análisis sobre Cuba tiene que tener en cuenta lo que su pueblo anhela para el futuro. El análisis del pasado, la realidad actual y el futuro es la metodología que pareciera haber desarrollado esta semana el VI Congreso del Partido Comunista Cubano para llegar a un conjunto de acuerdos que transformarán a la isla caribeña. En el Congreso la gran mayoría de los más de mil delegados son jóvenes que no habían nacido o eran niños cuando Fidel Castro y sus guerrilleros del Movimiento 26 de Julio bajaron de la montaña y se abrazaron con el pueblo insurrecto para instaurar la Revolución.
En los debates dominaron los aires de cambio en las cinco comisiones que se formaron para organizar el Congreso. Una de las comisiones, la económica, discutió el modelo más adecuado para el futuro cubano. A diferencia de lo que muchos sospechaban, no formó parte de la discusión los modelos chino, vietnamita o alguna variante socialista. Entre los delegados, en su mayoría mujeres, los debates se centraron en la realidad cubana y sus contradicciones internas – con los datos en la mano - para definir los retos del futuro y proponer líneas de acción. ¿Cómo organizar la producción?
Pero la “batalla por la economía” no se resuelve si primero no se entiende cuál es la “batalla por la Revolución”. Ricardo Alarcón, al salir de una de las salas del Congreso, dijo que en Cuba “el dilema Nación y Revolución es el mismo desde 1868 y son inseparables. Si no hay Revolución, no hay Nación independiente y, por tanto, no hay Nación”. Los cubanos lo entienden mejor que cualquier otro pueblo. Su lucha no comenzó hace 50 años con el triunfo del Movimiento 26 de Julio. Se remonta a mediados del siglo XIX cuando quiso ser Nación pero necesitaba la Revolución para alcanzar su anhelo.
El Congreso fue presidido por las duras palabras de Raúl Castro, nuevo primer secretario del Partido Comunista Cubano (PCC): “O rectificamos o ya se acabó el tiempo de seguir bordeando el precipicio, nos hundiremos y hundiremos... el esfuerzo de generaciones enteras”. Todo indica que la Revolución Cubana entrará en una fase de “rectificaciones” que incluirá tanto aspectos económicos como culturales.
Con la aprobación de los “Lineamientos de la Política Económica y Social” en el VI Congreso se espera que aparezca ese nuevo impulso cultural que haga de cada cubano un militante de la Revolución. Se plantea el fin de los “subsidios” y del “empleo” asegurado. Según el discurso de Raúl Castro, la primera autocrítica se la está haciendo el propio PCC que tiene que cambiar su estilo de trabajo. Habrá cambios, pero la Revolución no dejará a ningún cubano desamparado y el sistema asegurará el sostenimiento diferenciado y racional de aquellos que realmente lo requieran, según Raúl. “En lugar de subsidiar masivamente productos, como se hace ahora, se pasará progresivamente al apoyo de personas que lo necesitan”.
Dejó muy claro, sin embargo, que “en Cuba, bajo el socialismo, jamás habrá espacio para las ‘terapias de choque’ en contra de los más necesitados quienes apoyan a la Revolución con mayor firmeza”.
“Al respecto, señaló, es necesario aclarar que lo que nunca haremos es negarle al pueblo el derecho a defender a su Revolución, puesto que la defensa de la independencia, de las conquistas del socialismo y de nuestras plazas y calles, seguirá siendo el primer deber de todos los patriotas cubanos”.
Panamá, 21 de abril de 2011.
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