viernes, 26 de agosto de 2011

Las humanidades están vivas

Decenas de miles de libros comenzaron a exhibirse en un monumental despliegue de arte y cultura llamado VIIa Feria del Libro, en el centro de convenciones de Atlapa, en la ciudad de Panamá. Es un espectáculo que captura la imaginación de cualquier persona que se acerque a la feria. En cualquier momento del día o de la noche hay miles de personas, especialmente niños y jóvenes, que se dejan rodear por los libros, las conferencias y los debates en torno al futuro del país.

La Feria del Libro que tiene una corta tradición, algo más de 10 años, saca a los panameños de la capital de su rutina y los lleva a compartir el pensamiento universal, les entrega la posibilidad de ver otra realidad y de reiterar ese anhelo que todos llevamos adentro: otro mundo es posible. Mientras que la mayoría de los diarios, la radio y la televisión nos bombardean con sus crónicas repetitivas, sin imaginación, la Feria del Libro nos dice todo lo contrario. La Feria del Libro contrasta con los colegios del país sin bibliotecas, con docentes que pelean todos los días con las autoridades para darle un poco más de cultura a sus niños y jóvenes. Panamá es un país de comunidades que no tienen libros, que no liberan a los niños para que puedan rodearse de nuevos conocimientos o aventuras en el mundo que se imaginan que es justo. Todos observamos como las comunidades son secuestradas por un mercantilismo total donde desaparece la conversación entre vecinos, los campos de juego son vendidos solapadamente  y el intercambio de revistas entre los niños ya no existe. Incluso, desapareció el siempre presente pueblerino “Parque de los Aburridos”.
Las humanidades están dando una pelea de vida y muerte contra los elementos desencajados (disembeded) de la sociedad, quienes creen que la vida se reduce a acumular dinero y poder. Los llamados neoliberales miden lo bueno sólo en términos del producto interno bruto o de una transacción que arroje ganancias. La especulación, el “juega vivo” y el robo se confunden en una macabra danza que empobrece cada día más panameños.
En medio de la crisis hay esperanza. Es lo último que se pierde, incluso en Panamá. La Feria del Libro es una señal de que Panamá puede salir de ese profundo hueco en que ha caído. La presencia de tantos libros - y los jóvenes que quieren leer - es un indicio que más temprano que tarde la sociedad panameña “encaje” a sus financistas y los ponga a trabajar en beneficio del país que incluya a todos.
La Feria del Libro me hace sentirme optimista. Más aún, me siento identificado ya que precisamente en el día de hoy, jueves, se presentarán un conjunto excepcional de colegas de la Universidad de Panamá, de la Facultad de Humanidades, hogar de Octavio Méndez Pereira, Elsie Alvarado y Ricaurte Soler. Una decena de profesores de la Facultad de Humanidades presentarán sus obras y serán objeto de críticas en conferencias, mesas redondas y conversatorios.
La jornada humanística se inaugura en el marco de la Cátedra “Juan Bosh” con la participación de Alfredo Figueroa e Iván Quintero, ambos sociólogos, Edilcia Agudo, historiadora y Margarita Vásquez, profesora de Español.
En la tarde, el profesor de Sociología, Gerardo Maloney será el moderador de una mesa sobre “Literatura y etnia negra” donde los autores tendrán oportunidad de hacer gala de la producción nacional. Enseguida, el profesor Arístides Martínez Ortega dictará una conferencia sobre “La sombra y la luz en la obra de Pablo Neruda”. La presentación estará a cargo de la profesora Berna de Burell. Chito Martínez tiene una larga trayectoria literaria con varias obras a su crédito. La noche culmina con la presentación del Ensayo Premio Ricardo Miró, “Memorias e imaginarios de identidad y raza en Panamá. Siglos XIX y XX”,  de la profesora de Historia, Patricia Pizzurno. La presentación estará a cargo del profesor Figueroa N.
La fiesta de humanidades continúa el sábado con la conferencia sobre “100 años sin Tolstoi” de la profesora Irina de Ardila. Esta actividad es seguida por una mesa redonda sobre el “Erotsmo en la literatura” donde participará la profesora de Filosofía, Ela Urriola. Ese mismo día, la profesora Margarita Vásquez tendrá dos intervenciones. Primero, en la presentación de la reedición del “Diccionario de Español en Panamá” y, después, en la presentación de la narrativa del maestro Juan Bosh.
Son ocho encuentros fuertes con nuestra realidad que provocarán debates y desacuerdos. Pero también permitirá a los panameños pensantes llegar a las síntesis necesarias para orientar al país en la dirección correcta. Sé que no me corresponde extender invitaciones, pero sería recomendable que el presidente Ricardo Martinelli, en compañía de su gabinete y otros colaboradores, asistiera a las sesiones donde se intercambiarán ideas y se harán críticas oportunas sobre nuestra realidad. Con motivo de los acontecimientos recientes – de errores que lastiman a las familias afectadas e impactan nuestra auto-estima -  nuestros líderes políticos tienen que aprender a hacerse las autocríticas. Para ello hay que cultivarse.
Los panameños iremos a la VII Feria del Libro y sí sería muy grato ver llegar a quienes dicen dirigir o querer dirigir el país. Significa que se podría comenzar a realizar las evaluaciones y correcciones antes de lo esperado. No puedo terminar sin agregar que el viernes, se presentará el joven filósofo, Mario García Hudson, también producto de la Facultad de Humanidades, quien deleitará al publico con una presentación “En los cien años del Chino Hassan, imágenes y música”.
Las humanidades están vivas y domarán al tsunami del neoliberalismo sin permitirle que arrastre el país al abismo.
Panamá, 25 de agosto de 2011.

jueves, 18 de agosto de 2011

La turbulencia sacude al mundo

Giovanni Arrighi, sociólogo italiano, anunció un período de turbulencia que transformaría el mundo tal como lo conocemos en la actualidad. Sin duda, hemos entrado en esa fase de cambios. La atención mediática de la guerra de clases, en la actual coyuntura del sistema capitalista mundial, se centró en la crisis de poder en EEUU. El enfrentamiento de Republicanos y Demócratas en el Congreso, y entre éste y el presidente Obama, es un aperitivo a las peleas que se avecinan para determinar cómo se distribuirá la enorme riqueza acumulada por el sistema capitalista. Por un lado, los capitalistas financistas e industriales, por el otro, los trabajadores y la población en general.
El mundo capitalista tal como lo hemos conocido, en poco más de medio siglo, está cambiando y no se sabe en qué dirección. Los enfrentamientos políticos en Washington son una muestra del pugilato que se está dando a los niveles más altos del gran capital. Esa guerra es consecuencia de y, a su vez, impacta las relaciones sociales a escala mundial. La llamada “primavera” árabe, los movimientos de cientos de miles de “indignaos” en Europa, las protestas de los desposeídos en EEUU son señales claras de un nuevo escenario que se está formando.
En la región del norte de América latina la violencia se ha apoderado de las relaciones políticas bajo un manto de drogas y creciente armamentismo. Todo indica que los tratados de libre comercio que une a esos países con EEUU no les permiten buscar una vía de escape. En Sur América se acaba de crear la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) que pretende resistir los embates de los cambios que anuncia la crisis capitalista global. La mayoría de los países del sur son agro-minero exportadores, clientes de la creciente economía china, con superávits significativos. Sin embargo, el problema de fondo es político. Esos países pueden tener llenas sus cuentas de ahorros – en esta coyuntura de cambios - pero si siguen políticas como la chilena tendrán el pueblo protestando en las calles.
El premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, lo dijo en las puertas donde los ministros de UNASUR se reunían: Si no dejan entrar al pueblo a las deliberaciones de los gobiernos, los financistas llevarán al fracaso las (¿buenas?) intenciones de sus más preclaros líderes.
El llamado “techo” de la deuda gubernamental de EEUU pareció estar en el meollo del enfrentamiento entre los dos grandes contrincantes del capital mundial. Después de un espectáculo mediático, el Congreso autorizó a Obama a incrementar el techo del endeudamiento a 14 millones de millones de dólares. Los cortes presupuestarios afectarán a los más necesitados de servicios de salud, seguridad social y educación.
El sector financiero atrincherado en Wall Street salió victorioso. El único que protestó fue China, preocupada porque siente que EEUU ya perdió el control de sus finanzas y que pronto su sistema económico colapsará dejando a China a medio camino en su ascenso como potencia mundial. (Además, China tiene en sus manos 1.4 millones de millones de dólares en deuda que se esfumarían).
Las bolsas de valores (con la de Nueva York a la cabeza) colapsaron nuevamente provocando “pánico”. Pero, los inversionistas, en vez de orientarse hacia las empresas más solventes, corrieron a comprar bonos del Tesoro de EEUU. El Estado norteamericano sigue siendo la fortaleza del capital internacional. La corrida que se produjo en todas las bolsas el lunes, 8 de agosto, destruyó de un solo plumazo 2 millones de millones de dólares en activos económicos creando caos en los hogares de trabajadores, en las pequeñas empresas de los trabajadores ahorristas y en las entidades públicas de EEUU y Europa occidental.
Según los clásicos de la economía, y los neoclásicos actuales, las pérdidas de millones de empleos son daños “colaterales”, producto de la naturaleza del capitalismo.
Schumpeter lo llamaba “crecimiento destructivo”. Es decir, para crear nueva riquezas hay que destruir las riquezas viejas, inútiles.
En el marco del frenesí político de la capital norteamericana, la Contraloría legislativa de EEUU (GAO) reveló que la Reserva Federal (Banco Central) había distribuido 16 millones de millones (trillones) de dólares a un grupo de bancos domésticos y extranjeros en un plazo de poco más de 2 años. Los directores de la “Fed” incluso le mintieron al Congreso para evitar que se hiciera la auditoria. El supuesto préstamo (no se sabe si será pagado) es superior al producto interno bruto (PIB) de EEUU y de la deuda de ese país.
Los bancos (sindicatos de capitalistas) más beneficiados fueron el Citigroup con $2.5 trilliones ($2,500,000,000,000), el Morgan Stanley con $2.0 trillones, el Merrill Lynch con $1.9 trillones, el Bank of America con $1.3 trillones y el Barclays PLC con $868 mil millones.
No cabe duda que quienes están ganando la guerra en medio de la actual crisis son los grandes financistas. La desposesión salvaje de los trabajadores, sin embargo, puede ser sólo un triunfo pírrico. La turbulencia sacude a todos pueblos del mundo. Europa arde, EEUU se prepara para una dura campaña política, la violencia campea al sur del río Grande y los países de Sur América tratan de sacarse la camisa de fuerza neoliberal.
Panamá, 18 de agosto de 2011.

jueves, 11 de agosto de 2011

Crisis mundial y economía panameña

En medio de la amenaza de una “doble recesión” económica” (double dip) mundial, la economía panameña sigue flotando sobre una ola inmensa generada por la especulación y el comercio marítimo internacional que utiliza la infraestructura que tiene el país, gracias a su posición geográfica privilegiada: El Canal de Panamá, las facilidades portuarias y la Zona Libre de Colón. Entre las actividades especulativas, están a la vista la burbuja inmobiliaria, que representa una inversión que supera los 2 mil millones anuales, y los negocios de los expatriados voluntarios de los países vecinos y EEUU. Entre las actividades poco transparentes, están los negocios financieros que realizan las grandes empresas bancarias internacionales en el país. El sector más próspero, según las agencias especializadas norteamericanas, se relaciona con el tráfico de drogas ilícitas, el tráfico humano y los juegos al azar. Arroja miles de millones de dólares en ganancias que sólo aparecen en las cuentas nacionales una vez “lavados” en el mercado local.

Los servicios que presta Panamá a las actividades financieras internacionales no generan empleos ni contribuyen al desarrollo económico nacional (no tienen efectos “multiplicadores”). Las actividades vinculadas al comercio marítimo y a los servicios portuarios tampoco contribuyen al desarrollo del país en forma espontánea. Para que estas actividades impulsen la economía del país, los gobiernos elegidos por los panameños, tienen que diseñar programas y, sobretodo, planes que orienten las inversiones hacia el sector industrial, agroindustrial y agropecuario. Estos tienen que ser complementados con planes de inversión social y de infraestructura como educación, salud, vivienda y obras públicas. Nada de esto se está haciendo.
No existe un plan de desarrollo nacional. El gobierno de Martín Torrijos prometió preparar ese Plan una vez que se aprobara, en un referéndum, el proyecto de ampliación del Canal de Panamá. Palabras huecas que se disolvieron en las aguas de la inmensa ola especulativa. El actual presidente Ricardo Martinelli presentó un Plan de Inversiones que comprometió al país a recaudar 13 mil millones de dólares en cuatro años para contribuir a la burbuja inmobiliaria y a la especulación. El nivel de endeudamiento del gobierno se disparó en sólo dos años en un 20 por ciento llegando a superar los 11 mil millones de dólares. Se calcula que en 2014 la deuda alcanzará los 14 mil millones al ritmo que impone el gobierno.
Los actuales gobernantes se lavarán las manos cuando llegue el momento de enfrentar los pagos de las deudas contraídas en este período. En 2014 se calcula que terminen las obras de ampliación del Canal, a un costo de 5.25 mil millones de dólares. Los nuevos “vicepresidentes” de la Autoridad del Canal (ACP) apuestan al aumento de los ingresos por peajes con el nuevo juego de esclusas. ¿Qué ocurrirá con el resto de la economía de servicios que sostiene al país?
Por un lado, la burbuja inmobiliaria estallará o se desinflará. Ambas opciones alejará a los especuladores tanto legales como ilícitos. Los dólares que circulan en los bancos y en las calles disminuirán creando lo que se llama una recesión. Es decir, la economía especulativa verá sus tasas de crecimiento anual disminuir del 10 por ciento actual a cerca del cero por ciento. La preocupación de los gobiernos será como pagar la deuda adquirida y tranquilizar a los sectores sociales que no podrán continuar importando mercancías – especialmente alimentos – al ritmo de los últimos años. ¿Quién se preocupará de la quiebra de las instituciones sociales del país, en esta situación?
Por el otro, hay fuertes indicios que el factor China tiende a tomar una nueva forma. Con motivo de la crisis del euro y la incapacidad política norteamericana de resolver su problema de la deuda, los mercados especulativos (las “bolsas” de valores) se desplomaron esta semana. Los efectos fueron globales, afectando especialmente a los planes económicos chinos. Los especialistas hablan de una segunda recesión (“double dip”) catastrófica.
El brazo industrial chino – que crece a una tasa anual cercana al 10 por ciento desde la década de 1990 – sostiene a las empresas endeudadas norteamericanas (US$14.3 millones de millones) y también a los superávit de las economías agro-minero exportadoras de Sur América. La economía panameña, que depende de la dinámica del transporte marítimo comercial mundial, se verá muy golpeada si el factor China desaparece de la ecuación que mantiene con EEUU y Sur América.
Mientras que hace 20 años China no era un factor en los cálculos del tráfico que pasaba por el Canal de Panamá, en la actualidad es el segundo usuario más importante del mundo, detrás de EEUU. La ACP proyecta un crecimiento constante del comercio marítimo mundial en los próximos 20 años (2030) lo que le permitiría al país recuperar su inversión en la ampliación de la vía acuática. Si estos cálculos son meras especulaciones, Panamá tendrá que prepararse para una recesión profunda.
El ministro de Economía de Panamá anunció un plan para crear un fidecomiso con los ingresos por peajes del Canal una vez terminada la obra de ampliación. Todo indica que será muy poco, muy tarde. Lo que necesita el país es una política económica que desarrolle un plan dirigido a recuperar la capacidad productiva del país (en el campo y en la ciudad), creando empleo y oportunidades de trabajo para todos los panameños.
Panamá, 11 de agosto de 2011.

jueves, 4 de agosto de 2011

Quienes fracasan deben renunciar

Después de dos años de gobierno del presidente Ricardo Martinelli, los panameños están entrando en una fase de confusión. No logran relacionar al candidato, con las promesas que hiciera durante la campaña, y el actual primer mandatario. El cambio prometido se ha vuelto una caricatura. En todos los sectores surgen cuestionamientos y dudas acerca de las decisiones que toma el gobierno.
Martinelli ha tenido un éxito mediático con su política de distribuir cerca de 5 millones de dólares entre las personas de 70 años de edad o más en el programa “100 para los 70”. Igualmente, la “beca universal” ha distribuido otra cantidad similar a unidades familiares. Martinelli también le dio seguimiento al programa “Red de oportunidades” iniciado por el gobierno anterior. En total, se calcula que se invierte aproximadamente 50 millones de dólares al año. Es decir, menos del uno por ciento del presupuesto nacional.
Al mismo tiempo, Martinelli ha fracasado en su política social y educativa. Incluso, a nivel de la política exterior el país ha sido aislado por sus vecinos. En lo que se refiere a la política de “seguridad” el país continúa por el camino inaugurado por los gobiernos anteriores. La arrogancia e improvisación (producto del desconocimiento) de los encargados de esta área ponen en peligro el futuro político del país.
En el sector educativo, las políticas neoliberales de los gobiernos PRD se han profundizado. La educación pública que tenía una hoja de éxitos en Panamá, desde hace cien años, se ha desmoronado ante la tozudez de las autoridades. El Ministerio de Educación se lava las manos y responsabiliza a los educadores del aumento de los fracasos, deserciones y las malas condiciones de los establecimientos. Por otro lado, confunde la llamada “transformación curricular” con el traslado de recursos del sector público al sector privado. Los educadores tuvieron que declarar un paro de actividades para obligar al gobierno a comenzara a dialogar.
La educación panameña pretendía formar al futuro ciudadano panameño de manera integral. Desde que la educación cayó en manos de los neoliberales, en la década de 1990, la educación se ha dividido en dos clases: Por un lado, una pequeña minoría de estudiantes es formada para asumir la dirección del país con el fin de garantizar que se continúen con las políticas económicas especulativas. Por el otro, el resto recibe un rápido brochazo que le permita a la juventud ingresar a la fuerza de trabajo de reserva (empleo informal).
En el sector Salud, casi todos los avances de la segunda mitad del siglo XX se han borrado. La salud integral, basado en conceptos de prevención, de desarrollo comunitario, se han abandonado. La concepción de la salud se ha reducido a la realización de negocios. El gobierno del presidente Martinelli anuncia la construcción de hospitales y no hay insumos para los que ya existen.
La crisis del programa de salud de la Caja de Seguro Social es total pero no irreversible. La dirección actual se ha dedicado dos años a pavimentar el camino para la privatización y abandonó el programa de salud. La muerte de 16 pacientes y la enfermedad de otras 50 personas por enfermedades contraídas en el Complejo Hospitalario de la institución es una muestra del caos en que se encuentra la seguridad social del país.
Cuando se habla de la renuncia de los responsables de la educación y de la salud (y seguridad social) por los graves errores que se han cometido, no hay respuesta. El presidente Martinelli se queda mudo. Su plan de gobierno se reduce a convertir a Panamá en un centro de negocios.
En lo que se refiere a la seguridad pública del país, los panameños perciben que sus comunidades han sido tomadas por el crimen organizado, que sus hijos son atraídos cada vez más por las pandillas y las familias se siguen desintegrando. La respuesta del ministro encargado es echarle la culpa al gobierno anterior e invitar a sus representantes más conspicuos a “fajarse” con él. La política de seguridad de Panamá está en manos de EEUU, igual que hace más de un siglo. Todas las oficinas de seguridad dependen de las agencias especializadas de ese país del norte.
Panamá es una “probeta” en el laboratorio de experimentos que tiene EEUU en países como Colombia y México. Para evitar seguir por ese camino es urgente que el gobierno asuma su responsabilidad. Las armas que reciben los estamentos militarizados de Panamá no son juguetes y los sistemas de comunicación tampoco. Son instrumentos de EEUU para la seguridad de sus inversiones. De la misma manera que EEUU le entrega estos “juguetes” a los gobernantes, también se los puede quitar. Esa experiencia Panamá las tuvo en varias ocasiones durante el siglo XX.
Donde más desorientados están los gobernantes es en su política económica. Confunden el crecimiento especulativo (más del 10 por ciento anual) con el desarrollo económico (menos uno por ciento anual). La burbuja crece mientras la producción nacional se encoge. ¿Llegaremos a 2014 o reventará la burbuja especulativa antes? La crisis económica que se avecina en Panamá la analizaremos en la próxima entrega. 
Panamá, 4 de agosto de 2011.